27 feb 2009

Déja vu: Retorno de mi futuro muerto

Cuando descendí al segundo círculo, lo primero que escuché fueron lamentos, y se me figuró como el límite de la hipocresía humana. ¡Caray!, me dije a mí misma. Estamos aquí por una razón. No vivimos como debíamos serlo porque así lo decidimos. Si de verdad lamentáramos nuestros pecados los habríamos evitado o por lo menos nos habríamos redimido. No lo hicimos. Y ahora resulta que mucho nos importa y mucho nos duele. Sí, claro… El desdén macaba mi auto-acusación. Y después recordé… ¡Somos una condenada bola de humanos! Pero claro que nadie lo iba a “analizar objetivamente”, sobre todo si un algo ajeno los flagelaba. Tenía que ser.
Oh sí. Procederé. Bueno, pues había leído a Dante, a su viaje al Infierno, y todo lo demás. Dios, si de verdad hubiera estado aquí… o tal vez… Bueno, cosa rara, complicada, y por el momento irrelevante. Lo meditaré más adelante, mientras pago mi condena de más o menos toda la eternidad.
¿Por qué estoy tan campante a la mitad del Infierno? Porque yo sé la verdad. O por lo menos mi verdad. Estoy aquí porque así lo decidí, y Dios me permitió decidirlo. No me hizo como soy, pero me puso en las circunstancias que me formaron como he sido toda mi vida, lo cual viene siendo lo mismo, pero con un grado más alto de libre arbitrio. O sea, pues, que he vivido conforme a mi antojo la vida que a Dios se le antojó que yo tuviera. Y me gustó. Viviría de nuevo mi vida justo como lo hice la primera vez, y lo hago cada vez que la recuerdo.
Así que, mucho me temo que los horrores de mi pasado que vendrán a atormentarme en estos lares por el pecaminoso placer humano de vivir no me harán sufrir…

1 comentario:

Anónimo dijo...
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