18 nov 2008

Pros y Contras del Discurso Persuasivo

No, no es para persuadirte de escribir un discurso persuasivo…

El título de la presente llegó a mí en un momento de completo... ocio, mientras me encontraba bajo los efectos (muy similares a una anestesia local) de mi sangre corriendo por una minúscula herida infringida por una agresiva hoja de papel. Todo lo que procede lo escribí una vez comprobado que estaba cuerda, así que descontando el título no hay locuras plasmadas en este escrito... que yo sepa. Después de este dato... "cultural", vamos al grano.
Un discurso persuasivo tiene muchas ventajas. Utiliza por lo general lenguaje asertivo y permite que el oyente tenga una alternativa de pensamiento y acción si se encuentra en medio de una encrucijada, ya sea moral, científica, personal, etcétera. En repetidas ocasiones, los discursos persuasivos orientan al receptor y le proporcionan información con referente a temas de los cuales puede o no saber. Y además, sirve como apoyo para formar un criterio personal, tanto en el receptor como en el emisor, pues no hay que negar que en el proceso de su realización nos topamos con datos y cosas que jamás habíamos imaginado -o que imaginábamos y que eran completamente erróneas-.
Entonces, ¿por qué se nos pregunta cuáles son los contras del discurso persuasivo?
A simple vista, son inofensivos. Pero... en las manos inadecuadas... he ahí el caso de Adolf Hitler. Y es que hay una línea muy delgada entre un sano e inofensivo discurso persuasivo y una intimidante y agresiva coacción. Y cierto es que un discurso persuasivo puede abrir la puerta a la última opción. Las ideas llegan en tropel cuando redactamos nuestras opiniones en estos escritos. Y las ideas humanas pueden ser... "buenas", o pueden ser erráticas, controversiales, severas, y hasta inhumanas. Hay que tener especial cuidado en no ofender a la moral y las creencias más arraigadas de los oyentes, saber combinar la persuasión y las ideas propias con la conciliación de ambas ideas de modo oportuno y tranquilizante. Despertar pasiones en los seres humanos se logra con extrema facilidad; controlarlas, no tanto.
Es entonces que los discursos son un arte. Requieren de cierta maña. Y, si creemos que no poseemos la maña, hay que hacerlos. Solo que... los primeros, por lo menos, deben ser revisados por expertos en la materia... y de preferencia por alguien que nos aprecie, difícil de escandalizar por alguna neurosis que quede plasmada en nuestra "obra maestra".