15 dic 2008

Depende...

Del lugar donde se encuentre, del panorama que rodea, de la música que se oye, de la luz que emana. De las ideas a priori, de la idea de verdadero y falso, de la línea fina que separa lo real de lo imaginario. De los nervios que perciven, de los ojos que miran, del encéfalo que razona, del corazón que comprende. De todos estos aspectos, entre otros aspectos de la psique humana y del medio físico global, depende el entendimiento de un estímulo. Ya sea visual, auditivo, o sensitivo, la recepción basta para disparar el proceso cognitivo que algunos llaman análisis. Muchos de nosotros también lo llamamos imaginación.
La manera más perfecta de entendimiento se da cuando se conjugan las sensaciones, los pensamientos, y los estímulos externos, nuestra mente teje una historia, una complicada red de similitudes y desigualdades que resultan en un significado particular para nosotros.
Donde unos ven esperanza, otros ven una batalla perdida. Donde nosotros vemos un vacio, ellos ven un espacio lleno de aire. Entonces, ¿cuál es la verdad de lo que vemos, de lo que oímos, de lo que sentimos? Objetivamente hablando, la verdad es subjetiva. Necesitamos de conocimientos previos, y -aún sin ellos- automáticamente interactuamos con el impuslo, resultando en una idea posterior. Es un proceso imposible de detener, y es absurdo intentar controlarlo, pues los estándares con que lo medimos son también personales y camaleónicos.
Entendamos nuestra realidad. Y dejemos de intentar moldear la ajena. Después de todo, solo conocemos nuestra propia verdad, y es tan cambiante, que depende de todo lo demás.